El Demonio de Occidente

¿No es evidente? Esos bigotes, esa chivita, el corte rollinga. Es la viva imagen de sus majestades satánicas. Si hasta el Santo Oficio colocó su obra en el Index.
Este señor tan poco agraciado es acusado de ser el culpable de gran parte de los males de Occidente. Cuando en su retiro holandés, sentado frente a la chimenea, concluyó "Je Pense Donc Je Suis", que luego se haría conocido en su versión latina "Cogito Ergo Sum", estableció la nefasta dirección en que se desarrollaría la modernidad. ¿Se trata de un injustificado resentimiento hacia al padre, o es realmente el punto de partida de muchos de los problemas posteriores? El tureno escribe sus Méditations con el objeto de encontrar un fundamento para el conocimiento. Con este propósito, lleva la duda hasta las últimas consecuencias y de ella nace la primera evidencia, el cogito. El problema del efectivo alcance de la duda y la naturaleza del cogito, no son los puntos que quiero debatir, sino el lugar en que nos deja esa verdad primera. Ésta parece funcionar como postulado válido para un idealismo que nos condena a una cárcel ya no corporal, sino espiritual, la prisión del alma. La invención de la mente nos conmina al solipsismo. Descartes establece una tajante separación entre lo interno a la mente y lo externo a ella, y proclama la preeminencia de los contenidos mentales. Tenemos una aprehensión inmediata de las ideas y mediata de la realidad externa. Entonces el problema del conocimiento se vuelve central a la filosofía puesto que hay determinar si esas representaciones mentales se corresponden con una realidad externa. La 2º Méditation propone que los modos del pensamiento se conocen con más claridad que los modos del ser extenso (ej. de la cera) y puesto que es posible que mi cuerpo no sea necesario a mí pensar, lo primero que se conoce es lo espiritual. La existencia de mi yo consciente es absolutamente indudable, a diferencia de la existencia del cuerpo. Así Descartes comienza a abrir la brecha entre alma y cuerpo, entre mente y cuerpo. De esta manera, se inaugura un dualismo extremo, que entre otras cosas, degrada al cuerpo más aún que el pensamiento cristiano medieval. Mucho se ha escrito sobre la invalidez del segundo paso cartesiano. "¿Qué soy, pues? Una cosa que piensa. ¿Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere y, también, imagina y siente." Descartes creyó que "ser" era sinónimo de "ser sustancial", yendo más allá de lo estrictamente permitido por cogito. Además, este paso de la comprobación del pensar a la afirmación de una sustancia pensante convierte al cogito en un razonamiento. Pero aún cuando se intentara descartar una posición sustancialista, y se entendiera que lo afirmado es la persona o el yo, se estaría excediendo la legitimidad del cogito. Se puede decir que hay ejercicios de pensamiento y, en esos ejercicios hay existencia. Pero hablar de un yo, sin alteridad con la cual saberse yo, es ir demasiado lejos. De la mera constatación de estados de conciencia no es posible deducir algo que los trascienda. En la 3º Méditation, el movimiento es aún más inválido, Descartes intenta inferir desde su pensamiento, una realidad exterior, ontológica. Para salir de la inmanencia de la conciencia es necesario eliminar por completo la hipótesis del genio maligno. Para anular la falibilidad de la razón, propone demostrar la existencia de Dios, a partir de la primera alteridad que se le presenta que es la idea misma de Dios. Así es como al intentar superar el idealismo, queda atrapado en una argumentación circular. Descartes no encuentra un mejor camino para salir del cogito, para responder a la pregunta escéptica sobre la certeza de que mis representaciones mentales se condicen con una realidad externa, que la apelación a Dios. El representacionismo y fundacionismo cartesiano parecen llevarnos al ensimismamiento de la respuesta idealista.
Descartes encarna la imagen del filósofo sentado frente al fuego en un cómodo sillón burgués, completamente solo, refugiado en la egoísta libertad de su fuero interno. Descartes no dedicó ninguna de sus obras a la que, según él mismo, era la "más importante de las tres ciencias prácticas", la moral. La 3º parte del Discours no contiene más que una moral provisional. Descartes no tematiza la existencia de los otros. O quizás limita su tratamiento al ámbito gnoseológico y no ontológico como propone Sartre. Lo cierto es que hoy en día las propuestas ontológicas de puntos de partida intersubjetivos continúa lidiando con el estigma del legado cartesiano.
¿No hay nada rescatable en su sistema? ¿Se trata ciertamente de un demonio?
En favor del padre de la modernidad, cabe preguntarse si no dio en la tecla al señalar hechos de los fenómenos mentales: la física no alcanza para describir la dimensión interna de la vida mental. Ciertas impresiones cualitativas, subjetivas, la "qualia", escapan a la explicación fisiológica de la ciencia. También puede conjeturarse que hay inicios de soluciones para estos problemas por él introducidos, en sus últimas obras. El gesto moderno no puede ser descontextualizado ni subestimado, aunque es clara y distinta la necesidad de su rigurosa revisión. Y si bien esta conclusión es inocentemente obvia, considerando lo mucho que se ha escrito al respecto, aún así creo necesario enfatizarla. La concepción solipsista cartesiana se encuentra visiblemente arraigada en el hombre occidental que aún sigue siendo profundamente moderno.
2 Comments:
yyyyyyy???????????? Por que tenia que hablar de moral, aunque la refiriera.
Dale tiempo a la ciencia y los "qualias" van a ser mas predecibles que tu humor.
Hay algo medio facho en tu postura ante la filosofia, es asi?
Mas que Rollinga lo veo mas como el de Kapanga, que no llega a ser Rollinga.
Me da mucha risa que lo mas estupido como "lo moderno" es lo que mas rescatas de ...Descartes? Ok
Borsatto, ¿es que usted no entiende nada? Este post presenta algunos temas en relación a Descartes, con la intención de provocar algún tipo de debate. Es cierto que no digo nada nuevo, pero sus conclusiones son insólitas. ¿Por qué Descartes debería haber tematizado el otro? Porque el curso de la modernidad hubiera sido otro. Porque la historia de Occidente es la historia del cogito en su solipsismo. Una imagen elocuente de lo que digo, aunque no original, la puede encontrar en Respiración Artificial de Piglia: Hitler prendiendo fuego la habitación.
Amigo, ¿qué entiende usted por moderno?
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